Tomado del libro: "El absurdo equipo que Dios eligió" - Nelson Durón
Anímate y esfuérzate, y manos a la obra; no temas, ni desmayes, porque Jehová Dios, mi Dios, estará contigo; él no te dejará ni te desamparará, hasta que acabes toda la obra para el servicio de la casa de Jehová.
1 Crónicas
28:20
Ha permanecido parado mucho tiempo. La silla del trono está
desocupada. Su boca no ha mencionado palabras. No hay conjugación de verbos y
sustantivos. No hay mandamientos especiales para ángeles ese día. No hay
órdenes que cumplir. Las grandes voces celestiales entonaban, “Aleluya, Aleluya” Los barítonos, los
tenores, los sopranos celestiales, todos están queriendo llamar la atención del
rey. Pero Dios, no podía quitarle la vista a ese muchacho. Su mirada. Su media
sonrisa dibujada en su rostro. Parecía disfrutar lo que miraba. Los ángeles no
entendían porque le daba tanta importancia a ese jovencito. Pero conociendo a
Dios, sabían que había algo diferente en él, “algo”, no comprendían aun, pero
ese “algo” había cautivado la mirada del Creador.
Por otro lado. Un joven se encuentra en su rebaño. No es un famoso
escritor, pero disfruta conjugar palabras. Tampoco es un músico profesional,
pero entre sus labios se escucha melodías mientras hace su trabajo. Él es un
pastor de ovejas. En su oficio, el mejor. Cuando un oso venía a invadir su
rebaño y a hurtar sus ovejas, lo aniquilaba. Las ovejas sentían el calor de un
verdadero protector, el aliento del valiente jovencito era suficiente para que
la paz fuera parte del grupo por las noches. – ¿Tiene usted hijos? Ellos saben
de qué estoy hablando. - Cuando un león rugía fuertemente queriendo intimidar
al muchacho, solo quedaba con la intención, él lo derrotaba. Era todo un
guerrero, aunque físicamente parecía un atractivo estudiante de secundaria. El
joven pastorcito no tenía ni la más remota idea que los ojos de alguien
importante estaban puestos en él. No imaginaba que El Creador del árbol de
donde había salido su cayado lo estaba observando. Al pequeño David no se le
cruzaba por la cabeza que el autor intelectual del que abrió el Mar Rojo tenía
planes de un trono para él, que tenía asuntos que tratar con el mismo que
hablaba con Abraham. En la mente de este pastorcito no cabe la idea de ocupar
el palacio del rey. Puede defender ovejas, pero no sabe nada de defender a un
pueblo entero. Conoce de cayados, pero no sabe nada de espadas. Ha permanecido
mucho tiempo en el campo, pero nunca ha pisado un terreno de batalla.
¿Se imagina al niño que vende dulces en los semáforos, como un
presidente? ¿Al muchachito que limpia los parabrisas en la gasolinera, como
embajador? ¿Cómo los trataría si supiera que están destinados para un puesto
tan importante? ¿Sus hermanos mayores lo tratarían igual? Nadie confía en que
un enclenque muchacho ocupara la silla presidencial. Pero Dios sí. “Mis
pensamientos no son vuestros pensamientos”. Isaí, el padre de 8 hijos, NUNCA
creería que uno de sus hijos sería llamado para ocupar el puesto de Saúl y
menos el encargado de cuidar las ovejas. Usted tampoco creería para qué lo
pueda utilizar Dios. Si Dios escribe lo que tiene en mente para cada uno de sus
hijos en la tierra, usted no podría leer lo que ha escrito para usted; se
desmayaría. ¿Qué ha hecho que usted deje de creer en usted mismo? ¿La burla?
¿Las caras de incredulidad cuando usted planteó su sueño con Dios? ¿Alguna vez
sintió un llamado especial de parte de Dios? Estoy seguro que sí. Yo me
pregunto, ¿qué cara habrán puesto los hijos de Isaí al ver que cada uno de
ellos pasó sin ser elegido y el que menos esperaban fuera el centro de la
reunión? La mayoría contaba con los recursos necesarios. Eliab hizo que los
ojos de Samuel se abrieran y sus labios se despegaran. Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De
cierto delante de Jehová está su ungido. 1 Samuel, 16:6. Samuel, un profeta
elegido por Dios, quien habla con Dios, no tuvo la capacidad de ver con los
ojos de Dios. Si Dios hubiese mandado a Samuel a ungir al que bien le
pareciere, no cabe duda que Eliab es el indicado. Alto de estatura, su postura
es la de un verdadero caballero, el gallo Claudio tendría que aprender de
Eliab. ¿Le parece si lo elegimos? Lo siento, este no es elegido de Dios. Samuel
también se sintió sorprendido, no lo culpe, usted también se vio atraído a
elegir a Eliab. ¿Y qué te parece Abinadab? Preguntó Isaí. Mira sus bíceps:
parece que un instructor de gimnasio. No es tan alto como Eliab, pero tiene
habilidades sorprendentes. - Ah, sí, entiendo, ah… pero… tampoco es a quien
Dios quiere, responde Samuel. - ¿Y Sama? Pregunta Isaí. Es un muchacho muy
inteligente. Hazle cualquier operación matemática y Sama sabe responder; el
palacio necesita a alguien que sabe poner a trabajar su cerebro. Sama es el
adecuado. – Bueno… este… Isaí… lo siento, no es el indicado, contesta Samuel. –
Isaí no estaba dispuesto a que el profeta se fuera sin ungir a uno de sus
hijos. Para Samuel, la situación se estaba volviendo estresante. ¿Cómo se
sentiría si estuviera en los zapatos de Samuel? Yo haría un espacio entre Isaí
y yo para explicarle que soy un simple siervo de Dios, que sus hijos me parecen
perfectos para el trabajo, que los ha rechazado por orden divina, que no lo
tome a mal, que es un mandamiento de parte de Dios. Y para la tranquilidad de
Isaí, le pediría a Dios que mandara una señal de “sí” y una señal de “no” para
que todos entiendan que las decisiones vienen de lo alto.
Isaí hace pasar a los siete hijos de la reunión, y Samuel a todos
les regaló el gesto de rechazo de parte de Dios, con un poquito de vergüenza de
su parte. Espere ¿siete? ¿Acaso no mencionamos que Isaí es padre de ocho? Creo
que alguien no fue convocado a la reunión. ¿Samuel está reunido con las
personas equivocadas? No. Está en el lugar que Dios lo mandó, pero no está la
persona a quien Dios mandó a ungir. Mientras tanto, los hijos de Isaí trataban
de impresionar a Samuel, el ungido pastoreaba ovejas. ¿Isaí no se dio cuenta
que David no estaba presente? ¿Por qué ninguno de los hermanos hizo mención de
David? Sencillo, disculpe, no quiero ser prejuicioso, pero creo que el
pastorcito estaba siendo subestimado y menospreciado por su propia sangre.
Ninguno creyó importante que David estuviera en la elección del rey. Ninguno
sabía que el rey a elegir era el subestimado David. No sé si existe una persona
en la tierra que no haya experimentado el sentimiento de no ser tomado en cuenta.
No uno que yo conozca. Usted en más de una ocasión no fue invitado al
cumpleaños de un ser querido. A la toma de nuevas decisiones de su
congregación. La invitación de la boda de su amiga nunca llegó. Su cónyuge no
creía importante que eligiera los muebles de la casa, el color de la pintura,
el mueble de cocina. A su esposo no le importó tomarla en cuenta para elegir el
nuevo auto. Su hijo no creyó importante que estuviera en la presentación de la
obra de teatro de la escuela. Cuéntele a David como se sintió y el podrá
entenderle perfectamente. ¿Por qué a nadie le importó que David no estuviera
presente? Porque nadie creía que Dios podía tener planes con él. ¿Qué vio Dios
en David? Primero, lo que Samuel, Isaí, los siete hermanos de David, usted y yo
no seríamos capaces de ver. SU CORAZÓN.
Y segundo, SU VALENTÍA. ¿Recuerda?
El oso, el león, luego un gigante llamado Goliat. ¿Qué haría usted enfrentado
un oso o un león? O ¿un gigante? Bueno, la verdad que los enfrenta todos los
días; todos tienen nombre diferente. Se llaman desmotivación, desprecios,
burlas, rechazos. Cuando yo planteé la idea que quería escribir un libro sobre
los llamados de Dios ¿cree que se amontonaron a darme abrazos y felicitaciones?
No. A excepción de mi esposa y mi mejor amigo Oscar, nadie más.
Cuando usted fue colocado en este planeta no traía nada; venia
completamente desnudo, pero en su corazón Dios había colocado un propósito. No
uno suyo, uno de Dios. ¿Recuerda a Dios en el trono viendo a David? ¿Me creería
si le dijera que Dios lo observa de la misma manera? Será mejor que lo empiece
a creer. No piense en sus limitantes porque Dios da los recursos. No piense en
las aprobaciones de sus seres queridos, a lo mejor en ellos encontrara
obstáculos. No piense en los rechazos recibidos, porque cuenta con la
aprobación de Dios. Dios lo ha llamado no por lo que los demás ven en usted,
sino por lo que Dios ve en su corazón, y a lo mejor encuentre el mismo corazón
que vio en el pastorcito que se convirtió en guerrero, mata gigantes, salmista,
rey, y un hombre conforme al corazón de Dios.
Y Jehová
respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura,
porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el
hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.
1. Samuel
16:7
¿Le motiva esas palabras? Le creo. Dios siempre tiene un llamado
para todos nosotros. Ah, por cierto, si gusta, hable con Él; Dios lo está
observando a usted ahora mismo.